Pasó el tiempo, y en muchos sitios empezó a extenderse el rumor que en un campo perdido, se hallaba un girasol distinto al resto llamado Giraluna.
Hubo reacciones de todo tipo: unos no le dieron importancia a tal extraordinario suceso, otros se llenaron de emoción, y otros, algunos pocos guardaron silencio esperando pasar desapercibidos para hacerse con el preciado tesoro
Así fue como un grupo de personas desalmadas y armadas con herramientas de jardinería de todo tipo, se desplazaron en busca de fama y fortuna que llenaran sus huecos vacíos con avaricia.
“Quien la sigue la consigue”, a lo lejos uno de ellos observó en medio de un campo de girasoles que descansaban en la noche, a uno que brillaba intensamente en la distancia, cálido, firme, seguro. Brillaba con luz propia.
Lástima que en este cuento no os pueda decir que aquellos despiadados hombres tras muchos esfuerzos no pudieran hacerse con el Giraluna, pues sucedió todo lo contrario, al poco tiempo de intentarlo y con pocas habilidades puestas en escena, todo hay que decirlo, ya estaban de vuelta locos de poder con El Giraluna.
A la mañana siguiente, sus compañeros, los girasoles, fueron despertando con los primeros rayos de sol, cuál fue la sorpresa que sintieron en lo más profundo de su ser algo distinto, entre ellos se había quedado un hueco vacío difícil de llenar y en lugar del Giraluna ahora había un agujero hondo y profundo, al instante se dieron cuenta de la evidencia, Giraluna había desaparecido
Entre ellos pronto se escucharon opiniones de todo tipo y como todo en esta vida, algunos los más incrédulos pusieron en duda la grandeza de Giraluna al advertir que habían podido con ella, otros los más fieles, siguieron confiando, limpiando sus penas como buenamente podían pero alimentándose con el brillo del sol y con el ejemplo de sabiduría heredada que les había dejado de legado el Giraluna.
Mientras, los hombres despiadados pusieron a Giraluna en un lugar privilegiado, lleno de los mejores abonos, y con la mejor vista de anochecer de luna llena que una pareja de enamorados pudiera soñar. Pero El Giraluna no dio señales de vida, porque lejos de sus amigos se sentía perdido, con miedo, sin gana s, ni curiosidad alguna.
Los hombres desesperados debatieron sobre las posibles causas de tal extraña situación, así volvieron al lugar del hecho en busca de nuevos Giralunas, y poner en práctica sus novedosas habilidades de cacería adquiridas.
Todos menos uno, una persona arrepentida, que a partir de ese día noche a noche se tumbaba en el campo pidiendo perdón.
Un día cuando se le fue el miedo se acercó a aquél agujero profundo que aquella noche él junto a sus “amigos” fríamente habían dejado apropiándose del Giraluna, lloró hasta que se quedó seco, sin fuerzas, limpio y vulnerable.
Arrepentido, de pronto tumbado como tantas noches antes había estado encontró valentía para asomar se al interior del suceso, y advirtió que los girasoles habían creado desde el dolor y la fe un campo de raíces profundas unidas unas con otras que miraban desde el hueco orientadas a la luna.
“Gira, gira,Giraluna,
gira gira y mírame
Gira, gira,Girasol
buscando raíces firmes
abrazan su yo.
Todos nos necesitamos unos a otros mutuamente,
para sentirnos seguros, amados y en compañía.
Así, puede un ser vivo dar sentido y fuerza a los demás,
pero será en éstos donde se reconozca y encuentre su identidad.
Texto: Luis Mar tín Vivas.
Dibujos: Carmen Valero Carracedo.







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