sábado, 19 de mayo de 2012

SONATAS DEL GIRALUNA


Por:  Arminda García
En el mundo de los giralunas, uno de ellos era el más altivo y arrogante.  Tenía el tallo más largo y por tanto solía recibir la luz de la luna primero que los demás. También era el último en cerrarse.  !Qué privilegio! Los demás giralunas estaban celosos y por más que lo intentaban no podían lucir así.  En el mismo campo, también había uno, pequeño y tímido que apenas se asomaba y quedaba abrumado por el resto.  Una noche la luna creciente, les dijo:
_Prepárense todos para rendirme tributo, pues dentro de nueve días seré luna llena y estaré en todo mi esplendor.  Aquel que logre impresionarme tendrá mi luz mágica y podrá cumplir sus deseos.
Con el sol tomando posesión, los giraluna se cerraron al amanecer como todos los días, dejando el campo otra vez mudo, sin el suave sonido de la brisa susurrando entre sus pétalos y hojas. Era una fascinante  melodía que noche a noche repetidamente invadía los campos, envolvente, encantadora.
A la noche siguiente la luna más crecida, rozó el campó de giralunas con su luz  y  el primero en despertar  fue el giraluna altivo, tratando de anticipar si ella tendría alguna deferencia con él, pero la luna no habló. Era injusto, pensó, pues  se creía el mejor, el merecedor de sus atenciones después de todo no había otro tan imponente.
Cuando despertó el más pequeño, trató de mirar por encima y aún haciendo todo su esfuerzo, no pudo.  Desde abajo donde se encontraba, la luna se veía demasiado lejos e inalcanzable. Tristemente, pasó la noche pensando qué tendría que hacer para ganarse su condescendencia y así obtener  el respeto de todos. Pero lo veía imposible.
Los días pasaron  lentamente, y una vez transcurrido el plazo la luna apareció hermosa, plena brillante, irradiando una luz sobrenatural que inundó el campo. Al primer rayo de luz, los giralunas despertaron lentamente buscándola.
Uno de los giralunas dijo: _Luna te doy mis semillas, pues con ellas podrás sembrar campos enteros de giralunas y serás  la soberana de ese reino.
Otro giraluna también habló:- _Luna te doy mi aceite y con ello te entrego uno de los fruto más preciado de mi ser.
Así varios giralunas ofrecieron sus dones pero ninguno parecía satisfacerla.
El más altivo de los giralunas le dijo: _ Yo te doy mis  pétalos armoniosamente distribuidos, mi belleza perfecta y simétrica.
El último giraluna,  hasta entonces el  más pequeño y más tímido, había crecido unos centímetros, sin darse cuenta también sobrepasaba a los demás. Comenzó a moverse al ritmo del viento, sus hojas agitadas y su tallo se balanceaban en una melodía que susurraba al compas de su cadencia.  Y le cantó a la luna, esa canción que noche a noche invadía el campo de giralunas de forma envolvente.
La luna impresionada le dijo: _!Eres tú, quien todas las noches cantas esa hermosas melodías únicas y perfectas!  No  tienes que impresionarme pues todas las noches tu canto me hechiza. Tú tienes un don único y  te daré un deseo.
Sin dudarlo, casi sin pensar le dijo: _Quiero ser  altivo, imponente para distinguirme de los demás.
La luna le respondió: _Tu deseo  ya ha sido concedido, pues mi luz todas las noches es tu fuente de energía, y mírate, sobrepasas al resto. Eso te demuestra que si tienes confianza en ti mismo, si crees en tus dones, no te hace falta ser igual que los demás.
En ese momento miró alrededor con asombro y contempló por primera vez el campo con otra visión. Entonces comprendió que él también resaltaba por su altura, por su belleza, por sus pétalos perfectos y sus frutos, pero muy especialmente por ese atributo que le distinguía, las serenatas que solo él sabía entonar.


Maracaibo- Venezuela , 17 de mayo de 2012

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